Re-enamorarse

Siento una especie de adrenalina ‘adictiva’ cada que empiezo algo nuevo -sea lo que sea-: estrenar casa, iniciar un proyecto, aterrizar una idea, tener un nuevo novio, viajar a un destino desconocido, escuchar una canción que se toca por primera vez… Supongo que es un sentimiento natural, todos los estímulos nuevos nos sorprenden, y nos impulsan a tener más de (lo que sea) que nos saque de lo cotidiano y de la costumbre.

Pero ¿qué pasa cuando ya no hay trucos nuevos en tu relación, la canción que te sorprendía te hartó de tanto escucharla, la idea o proyecto que empezaste ya cayó en la etapa operativa y cíclica, y aquellas sorpresas de lo novedoso se vuelven familiares?

El cerebro responde a estímulos y busca a través de la exploración saciar esta duda que lo inquieta a través de la novedad. Sin embargo, también hay momentos donde el cerebro está procesando el conocimiento y haciéndolo suyo; esos son momentos de quietud, donde literalmente estamos aprendiendo y registrando los estímulos nuevos.

Caeríamos en un lugar muy caótico si pretendiéramos que todo en nuestra vida es nuevo y cambiante; necesitamos algo conocido que nos recuerde el peso sano de la realidad del día a día, algo que nos dé estructura. Además, existe algo lindo en lo conocido y cotidiano, te genera confianza, certeza y se convierte en un lugar seguro, así que: ¿cómo lograr novedad en la monotonía? ¿cómo te vuelves a enamorar de aquello que un día te flechó el corazón y que ahora dejó de llamar tu atención?

El amor por las cosas, los lugares y las personas cambia, evoluciona, madura, y eso no significa que debe morir, sino quieres que así sea. Pero a veces parece que nos esforzamos para que eso ocurra. Nos enfocamos en diseñar una vida saturada, de sobreestimularnos para entretenernos, de querer más y mejor, de observar lo que falta, lo imperfecto, el defecto en las cosas y de reprocharnos cómo es que los demás sí tienen ese extra, eso que nos falta. Y sentimos que, si las cosas ya no nos emocionan como al inicio, debemos cambiarlas, renovarlas, reemplazarlas.

Es la época de lo desechable, en donde si algo deja de funcionar, no intentamos repararlo, sino tirarlo y comprarlo de nuevo

Será que ¿nos volvemos desechables nosotros también? ¿pasa lo mismo con nuestros amigos, trabajo, o con nuestra pareja cuando deja de sorprendernos? En mi proceso de reconstrucción y de búsqueda personal, decidí hacer algunas cosas diferentes, se las comparto:

Empecé a ir a terapia. No quise seguir alimentando mi mente con la terapia tradicional, así que me encontré con dos alternativas de las que estoy aprendiendo un montón. La primera es una terapia de energía que se enfoca en desbloquear, y la segunda me lleva a entenderme a partir del conocimiento de mi espíritu. Mi propósito: re-enamorarme. Cambiar el filtro con el que veo la vida y encontrarle un ritmo distinto.

A partir de proponérmelo, lo hice más consciente y he cambiado lo más importante: mi actitud.

Bailar. No de manera profesional, ni si quiera yendo a clases… en la sala de mi casa. Natural, a mi ritmo, conmigo misma.

Planear citas. Me emociono buscando una actividad a la semana que pueda compartir con la persona de la que no puedo dejar de estar enamorada: yo misma. Así que me doy un espacio para mí, sin celular, sin presiones, sin expectativas.

Tener momentos de no hacer nada. ¡Ay! ¿y eso cómo se hace? Debo aceptar que estaba acostumbrada a siempre tener un plan, una actividad y un objetivo. Me di cuenta que era esclava de la productividad y que bajar el ritmo y no tener expectativas de cada segundo que vivo, me tranquiliza. Bajé la velocidad a la que va mi mente y el estrés también disminuyó.

Estoy en proceso de renovación, he aprendido a tenerme paciencia, a conocerme mejor, y a abrazarme por aquellos avances por pequeños que sean, me estoy re-enamorando, apreciando lo que daba por hecho y entendiendo que todo depende del espectador y el matrix que decide crear como vida.

Te recomiendo re-enamorarte de tu trabajo, de tu pareja, de tu casa, de tu rutina, de ti. Todos los días son una nueva oportunidad para retomar el rumbo y recalcular.

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¡ Se me acabó Mayo !