Ni regias, ni yucas, ni chilangas… Todas Mexas !

Hace cinco años, me aventuraba a abrir una nueva oficina fuera de mi ciudad de origen: la CDMX. Empezaría a operar la segunda sede en Monterrey y un par de años después, aterrizaríamos también en Mérida. Me aventé como “el borras”, tomando oportunidades que se presentaron sin aviso. Típico de una emprendedora impulsiva que quiere explorar. Medí el riesgo sin demasiado análisis y tomé la decisión de hacerlo para probar nuevos mercados.


Asumí que todas las mujeres emprendedoras nos comportábamos igual: ¡ERROR! no pensé que cada lugar tiene sus dinámicas, gustos culturales, tiempos, mañas y peculiaridades.


Por un lado comencé a entender que mis regias son más directas, ágiles y prácticas, no se van por las ramas ni por los protocolos, siempre están listas para cerrar un trato o batearte en el momento y de frente. Quieren reunirse seguido y no les molestan los eventos, sino todo lo contrario, no perdonan los ‘juevecitos’ y te ponen a prueba para darte su confianza y amistad; pero una vez que entras al círculo, nunca te sueltan y se distinguen por ser muy protectoras. Es difícil pasar desapercibida porque se conocen entre todas. Son críticas, exigentes y detallistas como clientas. Son chambeadoras y se entregan al máximo en lo que hacen. Me encanta su energía y su dinamismo al ejecutar.

Las chilangas somos desesperadas y vivimos con el estrés de una ciudad en caos constante. Aunque nos gusta decir lo que pensamos, somos menos directas y nos cuesta decir que no, al menos a la primera. Queremos empatizar y pensamos que es innecesario irle cayendo mal al mundo, así que tendemos a la ambigüedad y a posponer las cosas. Aunque existen comunidades específicas de distintos rubros, y es frecuente tener conocidos en común, podrías pasar desapercibida en la ciudad sin que te detecten. Nos encanta conocer gente nueva, abrir nuestros grupos y conectar; todo es una posible oportunidad. Somos antipáticas cuando se trata de eventos y es normal cancelar el mismo día un compromiso. ¿Ir a Santa Fe? ¡Prohibido si son las 9 de la mañana o las 6 de la tarde! Cada vez nos volvemos más centralizadas y prácticas. Tenemos una visión abierta a lo global y estamos pendientes de las tendencias y propuestas de México y otros países. No nos sorprende cualquier cosa, ya que estamos sobreestimuladas con demasiadas opciones, así como acostumbradas a que todo suceda cerca de nosotras.


Las yucas, mis favoritas. Siempre abiertas a la retroalimentación y al deseo de aprender más, generan una comunidad de amigas y familia (ya entiendo por qué aquí todos se dicen “tías y tíos”) Son empáticas y siempre dispuestas a ayudar y sumar. Me encanta pasar unos días y convivir a su ritmo, sin prisas, ni apuros. La urgencia en Mérida toma otra perspectiva en comparación con CDMX o Monterrey. Siento un despertar sobre nuevas tendencias y propuestas en diseño, son orgullosas de su lugar de origen y fomentan ante todo la familia. Protegen fervientemente lo local, pero comienzan a abrir su visión a lo global.

Como emprendedoras, estamos acostumbradas a pensar que,
si nuestro producto funciona en nuestro círculo cercano, puede funcionar en cualquier lado.


Todo esto lo he descubierto después de los años, de los tropezones, de los supuestos y creencias que he tenido que romper, y de la retroalimentación que me han dado a mí y a mi equipo. Como emprendedoras, estamos acostumbradas a pensar que, si nuestro producto funciona en nuestro círculo cercano, puede funcionar en cualquier lado.


Si algo me ha enseñado esta experiencia de abrir nuevas oficinas, es que debo analizar mejor mis decisiones, investigar más profundamente, no asumir, no imponer un modelo ya establecido, si no estar abierta a tropicalizar ciertas cosas, y sobre todo, he aprendido poco a poco a acercarme cada vez más a ellas, sumergirme en sus dinámicas, en su forma de habitar sus espacios y en apreciar lo increíble que tiene cada una que ofrecer. Desde la simpática y guerrera regia, la conectada y ambiciosa chilanga, y la empática y genuina yuca.

Pero al final, cada vez que visito las oficinas, tengo la sensación de querer más, de adentrarme cada vez más a cada cultura y a tejer más puentes entre nosotras, porque no somos regias, chilangas o yucas, todas somos mexas.

Listas para aportar, para abrirnos la puerta, consolarnos, empujarnos y caminar juntas hacia la misma misión: abrirnos el paso unas a otras.

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